lunes, 29 de septiembre de 2008

Laberinto de la soledad

En éste ensayo, Octavio Paz se jacta un poco sobre la actitud de los mexicanos, haciendo visible la diferencia que existe con referencias a otras culturas, a otros países, remarcando la esencia y los detalles simples que definen y dan vida a un ser que no tiene parecido en ninguna otra sociedad. Habla a cerca de los obreros, clase que en México se ha adoptado meramente como término, pues según Paz, en realidad el mexicano no tiene el carácter ni la noción de lo que es ser un obrero, ya que vive envuelto en un mundo en el que su trabajo solo implica hacer mercancía y darle resultados a los que están por encima de él y no en estar satisfecho por realizar una actividad de desarrollo de sus capacidades.

¿Cómo me ubico yo dentro de éste ensayo?
La respuesta a esta pregunta comienza desde analizar mí personalidad, mí desarrollo ante la vida, mí persona.
Analizando apenas un poco y observando mí entorno, mis actividades, mis respuestas e impulsos ante diversas circunstancias, puedo comenzar a enlazar y ligar algunas características de mi vida con la reflexión y descripción que hace Paz en su ensayo.
Por lo general, la vida se ha vuelto tan rápida, como ahora se dice, la vida se ha convertido en “exprés”, queriendo decir con esto, que todo se ha convertido en mas fácil, en comodidad, en obtener inmediatamente y porque no, dar inmediatamente. Estamos sumergidos un flujo que nos lleva casi arrastrando por la vida y que no nos permite disfrutarla, porque no nos damos el tiempo de detenernos y pensar, ¿Qué hago? ¿Para qué lo hago? ¿Para quién lo hago?, respuestas simples, que a la vez están llenas de complejidad y profundidad cuando uno se las hace.
Y esto me lleva a pensar en lo que realizo diariamente, en las decisiones que tomo a cada momento. En cierta parte me he encontrado como el obrero, a pesar de que mi condición no es de trabajadora en una maquiladora o para algún patrón, muchas veces la vida, la sociedad se ha vuelto mi propio patrón. Cuando uno comienza a trabajar en automático, pierde de vista las metas, los sueños anhelos; se pierde el gusto por lo que haces, tu vida se vuelve monotonía pura.
Me sucedió hace un año, Me gradué de la preparatoria, con la mentalidad de seguir mis estudios. Por alguna razón no pude entrar y mi área de confianza y comodidad se desmoronó en un día. Mi plan de vida cambió en un minuto. Pero al detenerme, me di cuenta, que en verdad, no tenía yo un destino o una meta a la que quería llegar, mis motivaciones se habían perdido en el camino del estudio mientras mi vida seguía corriendo, poco a poco , me perdía en su fluir, como si ésta tuviera vida propia.
Me encontraba “haciendo las cosas para alguien más”, y no necesariamente para una persona, pero no para mí, para dar cimientos a un futuro. Lo que hacia era para cumplir, para generar, para producir sin disfrutar de los resultados que generaban mis esfuerzos, mis habilidades.
Después de un año, pude decidir por mí misma, sin la presión de tener que continuar unos estudios, solo por ser “lo que sigue”, pude aclarar y disipar dudas y armar de nuevo una meta, un compromiso para el futuro que voy construyendo poco a poco, vuelvo y busco motivaciones que me ayudarán a alcanzar el propósito por el cual fui creada.

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